jueves, marzo 10

LA VENUS DEL VEINTE


Según la definición básica, la belleza es  una noción abstracta ligada a numerosos aspectos de la existencia humana. Este concepto es estudiado principalmente por la disciplina filosófica de la estética, pero también es abordado por otras disciplinas como la historia, la sociología y la psicología social.
En su libro “Historia de la Belleza”, Humberto Eco nos dice que "La belleza nunca ha sido algo absoluto e inmutable, sino que ha ido adoptando distintos rostros según la época histórica y el país", postulado desarrollado en los párrafos posteriores.
 En el transcurso de las épocas, lo que se ha entendido por belleza se ha transformado continuamente; y ésta, más que un término, se ha convertido en un dilema debido a lo susceptible que puede ser su definición frente a la subjetividad de los individuos debido a la gran variedad de entornos a los que pertenecen. Pero, a pesar de los diferentes modelos de belleza que se han impuesto durante toda la historia, es seguro que éstos pueden coexistir, pues como ya se había mencionado, la belleza no es algo inmutable ni absoluto y varía según el contexto en el que se ubique.
 A pesar de las diferentes nociones de belleza que se han dado desde la antigua Grecia, la edad media, la época renacentista, el modernismo y el vanguardismo; hay un concepto que, indiscutiblemente, ha variado pero en esencia es el mismo para definirla : la armonía. Propuesta por diferentes personajes y culturas y en diferentes términos como Platón, los pitagóricos, Heráclito, San Agustín y Tomás de Aquino, entre otros; también se ha asociado lo bello con lo bueno, lo sublime, algún ser superior, lo subjetivo, lo justo y proporcional. Algunos incluso, hablando de que son los sentidos los que siempre se orientan a buscar estas cualidades en los objetos para hacer un juicio sobre ellos, en especial los sentidos que permitan mantener distancia con él: la vista y el oído.

Analizando la relación de la sociedad y sus hábitos, el sentido de la vista es el que más predomina y se utiliza cuando”todo entra por los ojos”, un decir muy común y aparentemente cierto para el contexto. A partir de esto, se puede hacer una exploración a las corrientes generadas en una sociedad, siendo natural en el ser, desde la antigüedad todo se rige bajo modelos impuestos, que trascienden según su aspecto ante los ojos de las personas y se masifican, convirtiéndose en modelos y paradigmas sociales, existiendo siempre una tendencia preponderante, donde muy pocos se salen de estos parámetros y construyen ideales y criterios diferentes que no sobresalen, pero cuando lo logran, es ahí donde se genera el cambio de concepto. 
En lo siguiente, se exponen los diferentes conceptos de belleza, de acuerdo a su época y su transformación de una a otra:
 
La belleza en Grecia: Una idea
Vulgarmente, la belleza se define como la característica de una cosa que a través de una experiencia perceptiva procura una sensación de placer o un sentimiento de satisfacción. En este sentido, la belleza proviene de manifestaciones tales como la forma, el aspecto visual, el movimiento y el sonido, aunque también se le asocia, en menor medida, a los sabores y los olores. En esta línea y haciendo énfasis en el aspecto visual, Tomás de Aquino define lo bello como aquello que agrada a la vista (quae visa placet).
Los artistas griegos y romanos también tenían el estándar de belleza masculina en la civilización occidental. El romano ideal fue definido como un jefe alto, fornido, de piernas largas, con un pecho lleno de pelo grueso, una alta y amplia frente como signo de inteligencia,  grandes ojos, una nariz fuerte y perfil perfecto, boca pequeña, y una mandíbula poderosa. Esta combinación de factores produciría una mirada impresionante de hermosa masculinidad.

La belleza se encuentra en obras de filósofos griegos a partir del período presocrático, como Pitágoras; la escuela pitagórica vio una importante conexión entre las matemáticas y la belleza y que en particular, notaron que los objetos que poseen simetría son más llamativos. La arquitectura griega clásica está basada en esta imagen de simetría y proporción. 

Platón realizó una abstracción del concepto y consideró la belleza una idea, de existencia independiente a la de las cosas bellas. Según la concepción platónica, la belleza en el mundo es visible por todos; no obstante, dicha belleza es tan solo una manifestación de la belleza verdadera o lo que llamamos la copia de lo concentrado en la idea, que reside en el alma y a la que solo podremos acceder si nos adentramos en su conocimiento. 

La Belleza en la Edad Media: Iluminación Divina
Se buscaba una belleza más sensible, basada en la imitación de la naturaleza. Los representantes filosóficos de ésta época fueron San Agustín y Santo Tomás y proponían una belleza sensible y objetiva, estrechamente relacionada con lo divino y lo religioso. También se habló de proporcionalidad y perfección, donde las cosas bellas eran las que manifestaban los elementos que le correspondían por naturaleza. 

 La Belleza en el Renacimiento:  La Armonía
En el Renacimiento se sigue defendiendo la idea básica de belleza como armonía de proporciones y sus grandes creadores se afanarán por encontrar los más perfectos cánones de belleza; así, algunos afirman que lo bello se reconoce por la proporción y armonía que muestren los objetos hermosos. Y, entonces, el concepto antiguo de belleza como  armonía de las proporciones adquiere en el Renacimiento una interpretación científica acorde con la cultura y los descubrimientos del tiempo. De un modo muy especial la belleza de la obra de arte depende de la perspectiva correcta y de las proporciones idóneas derivadas del cálculo matemático y geométrico.

Entonces,  podemos decir que en el Renacimiento la belleza es armonía de partes, pero también es brillo que goza de objetividad y de naturaleza espiritual.
En efecto, hasta ahora, la concepción de lo bello conducía a intentar descubrir patrones universales, que a pesar de ser discutibles, conllevan una noción de absoluto; y es completamente impensado considerar a lo bello como algo subjetivo y determinado socialmente. Será el siglo XX en donde estas perspectivas cobran mayor fuerza, dejando de lado a las concepciones de la antigüedad. 

Otros conceptos
El concepto de belleza se continuó transformando conforme lo que proponían corrientes como el manierismo, que hablaba de la subjetividad del artista; Petrarca, que hablaba de la fórmula non so ché («no sé qué») de las cosas; los empiristas como Hobbes, que hablaron del contexto del sujeto; los idealistas como Leibniz, que  relacionó la belleza con la virtud y la perfección; Kant, que habló del gusto y proponía la universalidad de la belleza. 

Siglo XIX: Cambio sobre Cambio
En el siglo XIX se empezó a hablar de naturaleza, sentimiento y pasión, se conceptualizó la belleza con “lo sublime”. Lo sublime partía del terror, lo grande y colosal, lo tosco, lo estruendoso; pues se decía que el terror era agradable al tocar al sujeto demasiado cerca. Otros pensadores como Burke se opusieron a lo sublime, donde se planteó que lo bello debía ser algo sutil, pequeño y delicado. También se trataba la noción de subjetividad, pero estos no fueron los únicos conceptos de belleza de esta época, por el contrario, en este periodo eran incontables las teorías y corrientes que la belleza adquirió. 

Siglo XX: Consumismo y Necesidad
Tras la segunda guerra mundial, debido al crecimiento tecnológico y demográfico, se generó un gran incremento en la producción industrial, la sociedad se convirtió en: sociedad de consumo, donde se necesitaban más consumidores que trabajadores y donde se  aumenta la importancia de las industrias del ocio.
Había nacido una cultura de masas que,  se estimulaba a través del cine, la televisión, las revistas y la radio, el deseo de acceder a un mundo ideal  fantástico, al que solo se ingresaba consumiendo cierta marca, programa o producto. Para ser exitosos, se debía manejar cierto automóvil, vestir determinada prenda, beber tal gaseosa, leer cierta revista, etcétera. Había surgido una cultura, en la que era más importante la difusión que la producción artística, una sociedad superficial, donde los mencionados modelos y prototipos estaban en todo su furor. Había surgido una sociedad de consumo la cual iba en aumento, recargada de publicidad, comercio y medios de comunicación masiva.
Es en este periodo, donde se comienza a tener una concepción más abierta de la belleza, donde la subjetividad puede tenerse a rienda suelta; pero, sin dejar de existir un canon que rige sobre la sociedad que hoy día es conocido como moda. Este siglo, se diferencia mucho de la belleza griega, porque la belleza predominante no es la masculina sino la femenina, siento ésta exaltada como en el arte renacentista.
En épocas anteriores, la belleza de las féminas era definida por su robustez, caderas anchas, largas cabelleras estando todo esto en torno a su naturaleza como progenitora; pero, desde finales del siglo XIX, la mujer comienza a ser llamativa por su apariencia física, aunque sin perder la predominancia de una figura gruesa. A mediados del siglo pasado, una mujer americana comienza a tomar fama por tener un atractivo nunca antes apreciado igual: esbelta, rubia, de corta y risada cabellera, delgada y voluptuosa, cuyo nombre que será conocido en todo el mundo y transformará la sociedad: MARILYN MONROE.
Una mujer perteneciente a una sociedad que se volvía cada vez más consumista, como se había mencionado, una sociedad  donde los medios comenzaban a manejarla y su necesidad de innovación se hacía cada vez más grande, cuando el mundo intentaba olvidar los estragos por una guerra reciente,  ella se convierte en su objeto de deseo, un producto creado por todo esto para satisfacer, con su belleza la mente de esa época.
Ella, marcó y generó corrientes y comportamientos en las personas, siendo como la base que generó las características principales de lo que el público y la gente deseaba; además, se plantea el hecho de que el cuerpo no debe ocultarse a los ojos del hombre, por el contrario, debe aprovechar su belleza natural para ser mostrado y alabado; deteniendo así, esa búsqueda constante por definir la belleza, dándole al hombre una belleza libre, un concepto individual, unos aspectos diferentes.
Incluso hoy, casi 60 años después del nacimiento de su carrera, mujeres de todo el mundo se inspiran en su figura y aunque unas cuantas actrices o modelos han sido llamadas “las más bellas”, ninguna ha logrado superar a Marilyn, como el ícono de la belleza que sigue predominando y quien sabe por cuánto tiempo más lo hará.

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